Radiofrecuencia | Grupo CRYO

Várices

La enfermedad venosa, incluidas las venas varicosas y la insuficiencia venosa crónica (IVC), es una de las afecciones médicas crónicas diagnosticadas con más frecuencia y una fuente importante de morbilidad en el mundo occidental.

 

Varios factores de riesgo se han asociado con el desarrollo de venas varicosas, insuficiencia venosa crónica o ambos, que incluyen edad avanzada, sexo femenino, antecedentes familiares, obesidad y ocupación de pie.

Las venas varicosas son venas hinchadas y retorcidas que pueden verse justo debajo de la piel. Por lo general ocurren en las piernas, pero también se pueden formar en otras partes del cuerpo. Las hemorroides son un tipo de vena varicosa.

 

Sus venas tienen válvulas que ayudan a mantener la sangre fluyendo en una sola dirección hacia su corazón. Si las válvulas están débiles o dañadas, la sangre puede detenerse y acumularse en las venas. Esto hace que las venas se hinchen, lo que puede conducir a venas varicosas.

Signos y Síntomas

Tratamientos

La crossectomía con extracción de venas es actualmente la técnica estándar para el tratamiento de las varices. Consiste en abrir quirúrgicamente la zona, cortar y extraer las venas con reflujo. Sin embargo, esta técnica es invasiva y requiere un período de recuperación de varias semanas. Desde la década de 1990, surgieron nuevas técnicas, como la ablación por radiofrecuencia (RFA) y el tratamiento con láser. Estas técnicas endovasculares se realizan desde la luz venosa sin escisión anatómica de la vena patológica, pero conducen a su supresión a nivel fisiopatológico. 

 

La técnica de radiofrecuencia utiliza un catéter de radiofrecuencia guiado por imágenes médicas (Ultrasonido). El catéter calienta la pared de la vena mediante energía térmica suministrada por un generador. El aumento de temperatura provoca una destrucción de la íntima y la media con contracción y engrosamiento de las fibras de colágeno. Estos fenómenos conducen a cambios fibrosos que conducen gradualmente a una oclusión remota de la luz venosa. La anestesia local tumescente es muy recomendable para este procedimiento porque, además de reducir la sensación de ardor, produce un efecto de compresión en la vena (compresión física hidrostática y compresión por espasmos inducidos por el producto utilizado), que maximiza los efectos ablativos de la RFA sobre la pared de la vena.

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